01.03.2005 - EL CAIRO, LAS PIRAMIDES DE GIZA, SAQQARA Y MENPHIS


Nos levantamos a las 8:3 AM, mientras el sol se colaba a través del gran ventanal de nuestra habitación situada en la sexta planta del Marriot. Teníamos unas vistas preciosas, unas vistas que nos mostraban el Nilo, el omnipresente Nilo, y los altos rascacielos que lo acompañaban en su discurrir por El Cairo. Elba, que dormía en la otra ala del hotel, en la séptima planta, aun poseía una mejor perspectiva de la ciudad, puesto que desde su balcón observaba perfectamente como se extendía la ciudad, el lento discurrir del río, el Gezira Club y veía perfectamente la propia isla de Zamalek, que era donde nos encontrábamos nosotros y nuestro hotel

Ya desde nuestro balcón, tanto Susana como yo podíamos observar claramente uno de los hechos más característicos y más evidentes que hacen de El Cairo la ciudad que actualmente es. Esta, es una ciudad marcada por unos profundos contrastes, marcada por la convivencia de lo antiguo y de lo moderno, de una profunda carencia en cuanto a multitud de cosas y la excesiva presencia de otras, de una insaciable ansia por todo lo que proceda del primer mundo y una defensa de consideraciones morales de lo mas retrogradas, la admiración y persecución de las mujeres occidentales y el ninguneo de sus propias mujeres, de una poderosa naturaleza y del desprecio mas absoluto de ella reflejado en un nivel de contaminación exageradamente elevado, etc. Todas estas consideraciones y contrastes se vuelven aun más claros si consideramos el hecho de que son asumidos, sin ningún tipo de cortapisa, por una amplia mayoría de sus numerosísimos habitantes.

El Cairo, con casi 20 millones de habitantes de las más diversas razas, es la consecuencia de un extraordinario crecimiento demográfico ocurrido durante el pasado siglo. Esto la otorga el titulo de ser la mayor ciudad del continente africano y un lugar donde se mezclan el arte egipcio y el arte islámico, donde existen cientos de mezquitas y minaretes, donde las calles son estrechas y encantadoras y el tráfico es impresionante e insoportable. Las consecuencias de esta superoblación se reflejan en la existencia de unas viviendas con unos niveles higiénicos bastante pésimos, en unas infraestructuras pobres, en unas calles, aceras descuidadas y sucias,…sin embargo y a pesar de todas estas cuestiones El Cairo es una ciudad dotada de una gran vitalidad y con multitud de encantos que la hacen digna de ver y de visitar

La capital de Egipto es una ciudad diferenciada claramente en dos núcleos separados por la colina donde se yergue la Ciudadela construida por Saladito en el siglo XII. El “Cairo Antiguo”, en el norte, es un lugar amurallado, formado por un gran conjunto de casas antiguas por las que discurren estrechas y serpenteantes callejuelas y en donde se puede disfrutar de multitud de bazares y de 400 mezquitas de donde surgen las oraciones de los fieles. El “Cairo Moderno”, situado en el noroeste, es una ciudad completamente distinta y mas parecida a las que podíamos conocer nosotros: edificios modernos y amplias avenidas, zonas de oficinas y comercios y trafico, mucho trafico, circulando por sus calles y por los “scalestrix” tan típicos de esta ciudad y que pretenden liberar los ruidosos e imposibles atascos.

Acabamos de asearnos antes de bajar a desayunar al “Omar Café”, uno de los restaurantes del hotel y en donde nuestra agencia de viajes nos tenía contratado el desayuno. Después de haber liquidado unas variadas y deliciosas viandas, así como zumos y café, nos dirigimos al autobús que nos llevaría al este de la ciudad, a la meseta de Giza, para poder admirar la única de las siete maravillas de la antigüedad que todavía se mantienen en pie: Las Pirámides de Giza, y que la forman la Gran Pirámide de Keops, la pirámide de Kefren y la pirámide de Micerinos.

Nos dirigimos hacia el hotel “Ramses Hilton”, a recoger a parte del grupo que se encontraba hospedado allí, y que se encuentra muy cerca del Museo Egipcio. Nuestro recorrido fue de lo más divertido puesto que circular por las calles de El Cairo te reporta tales sensaciones. En esta ciudad nadie hace caso de los semáforos, las preferencias se ganan a base de bocinazos, las calles son terreno tanto de los vehículos como de los intrépidos peatones que por ellos se aventuran,…. El caso es que llegamos sin mucha novedad a nuestro destino y después de recoger nuestra “carga” salimos hacia las pirámides. Me llamo la atención como los taxistas están haciendo guardia a la puerta del hotel para vender sus servicios a los turistas, en aquel momento dos de ellos dormían rendidos en una esquina, vencidos quizás por las muchas horas de trabajo que acumulan sus cuerpos.

Nos encaminamos hacia las pirámides, las cuales se encontraban al sudoeste de El Cairo. Tan pronto fuimos subiendo la pequeña cuesta por la que se llega a la altiplanicie la tremenda presencia de la pirámide de Keops nos fue sujetando fuertemente, activando nuestros sentidos, llamando nuestra atención, nuestra curiosidad. En dicho camino hacia ella vimos a un policía turístico tranquilamente subido a lomos de un dromedario, de los muchos que por allí había y que cuidaba celosamente de la estancia de todos los turistas que por allí deambulábamos.



Después de que aparcase nuestra pequeña furgoneta frente a la Gran Pirámide, frente a la entrada que lleva hacia sus entrañas, nos bajamos con una gran ilusión de mirarla, de tocarla. Comentar que el acceso a su interior esta muy restringido, pues solamente se permitía el acceso a 150 personas al día, para proteger su interior, para mantener un cierto grado de humedad.

La Gran Pirámide de Keops es la mayor pirámide construida en Egipto y la primera de las tres que forman el magnifico conjunto allí veíamos. Esta maravilla esta construida con una gran precisión en sus dimensiones. Sus cuatro caras, que en ese momentos proyectaban su sombra sobre El Cairo, están orientadas a los cuatro puntos cardinales, y poseen unas dimensiones prácticamente idénticas, aproximadamente, 230*230 metros, por lo que forman un perfecto cuadrado. Como dije anteriormente, ninguno de los tres accedimos al interior de la pirámide.

Este presenta una serie de cámaras y corredores distribuidos de manera atípica, y que todavía no han explicado con gran certeza los arqueólogos. Destacan sobre todo la Cámara del Rey, donde se encuentra el sarcófago de granito del faraón Keops, y la Cámara de la Reina. Es curioso que el tamaño del sarcófago sea más grande que el corredor por el que se accede a él. Esto se podría explicar de dos maneras: Que dicho sarcófago fue tallado dentro de la cámara o lo introdujeron ya hecho antes de que se construyese la pirámide

La altura de la Gran Pirámide es de, aproximadamente, 147 metros de altura y para su construcción, la cual se prolongó durante 25 años, se emplearon dos millones y medio de metros cúbicos de piedra traída desde las canteras de granito de Aswan en barcazas por el río Nilo. Sobre estas piedras estuvimos los tres subidos un rato, sintiéndolas, y nos hicimos unas cuantas fotos como los miles de fotógrafos y sus modelos que por allí encontramos. Recorrimos un buen rato una de los lados de la pirámide embobados por las tremendas dimensiones de aquella maravilla hasta que regresamos a nuestro autobús con intención de dirigirnos, entre los remolinos de arena que en ese momento se comenzaban a formar, hasta una mirador situado en un una zona mas elevada desde donde se podía observar y admirar perfectamente las tres pirámides con la ciudad de fondo. En ese punto nos hartamos de tirar fotos: a las pirámides, a cada uno de nosotros por separado, a los tres juntos, etc. En aquel sitio había algunos puestos de venta de baratijas y otros recuerdos así como un nutrido grupo de camelleros dispuestos a pasearnos por aquel entorno por un módico precio. Ninguno de nuestro grupo se animo a ello, por lo que volvimos hacia la pirámide de Kefren, donde algunos de los que formábamos el grupo, entre ellos Elba y yo, decidimos adentrarnos en su interior. Susana rechazó la invitación por problemas con los sitios estrechos, cerrados y poco iluminados.

Antes de dirigirnos a su interior nos quedamos observando la pirámide. Esta parecía más grande que la de Keops, aunque originariamente su altura fuese unos 5 metros inferior que esta y sus laterales presentan 15 metros menos de longitud. Además todavía conserva parte del recubrimiento original de piedra caliza. Todo estas consideraciones, añadido a que la Gran Pirámide ha reducido 10 metros su altura por culpa de la erosión y por la falta de recubrimiento y que la pirámide de Kefren se encuentra una zona elevada de la de meseta de Giza hacen que la sensación de los que las observen es que esta ultima sea mas alta, sin realmente serlo. Otra cuestión que pudimos observar es que los bloques empleados en su construcción no presenta una disposición tan cuidada como la de Keops, estos presentan una disposición irregular y el tamaño de los bloques varia tanto en tamaño como en su forma.

La cuestión es que nos dirigimos a sacar las entradas para poder acceder a su interior. Como el dinero se lo había quedado Susana, nuestro guía, Swakin, nos hizo un pequeño préstamo de 40 libras egipcias. Ya con ellas, nos dirigimos hacia la entrada que se encuentra en el suelo, a unos treinta metros de a la cara norte de la pirámide. Esta nos es la única entrada que existe, la otra está en ese mismo lateral, y la presencia de ambas se explica por los cambios acaecidos durante su construcción.

Después de entrar en la pirámide, y precedidos de una pareja con la que tuvimos cierta relacion en nuestras vacaciones (una agradable pareja de Madrid) y que a los 10 metros desistieron de su intento, nos enfrentamos a un pasaje descendente de unos 150 cm. de altura y un metro de ancho. El corredor era realmente claustrofóbico, con una atmósfera un poco enrarecida, y por el circulábamos formando dos filas: una que se dirigía hacia las entrañas de la pirámide y otra con las personas que regresaban.

Estuvimos descendiendo totalmente encorvados, y a ratos de cuclillas, por ese corredor unos 50 metros hasta encontrarnos con otro horizontal el cual presentaba una altura mayor y en donde una pequeña cámara destinada para el ajuar funerario del faraón se abría a nuestra izquierda. Nuestra marcha continuó pero la pendiente del corredor aumentó, es decir, comenzamos a subir en plena oscuridad y quizás mas encorvados que antes, durante unos 60 metros hasta desembocar en la cámara funeraria. Esta, que se encuentra excavada en la roca madre, a excepción del techo que esta formado por dos enormes losas de caliza colocadas a dos aguas, presenta unas dimensiones bastante considerables, con forma rectangular y orientada de este a oeste. Sus paredes presentan un aspecto rudimentario y poco acabado, además de mostrar una inscripción realizada en 1818 por el primer arqueólogo que se introdujo en su interior. En la pared este vimos el sarcófago, absolutamente vacío, construido en granito negro y el cual se encuentra medio incrustado en el suelo

Regresamos, poco después, al autobús saliendo por el mismo corredor por el que entramos muy contentos por haber estado allí, no porque lo que había dentro mereciese la pena, sino mas bien por la sensación que sentimos por haber entrado en un lugar sagrado, en un lugar de otro tiempo donde la vida y la muerte se entendían de otra manera muy distinta de hoy, o quizás no tan distinta. Ya en el autobús, donde nos estaba esperando Susana, nos dirigimos hacia la Esfinge, la cual esta a los pies de esta ultima pirámide. Aparcamos el autobús y nos bajamos para hacer cola. Allí había bastante gente, gente de distintos lugares y distintas estilos de vida. Nos llamó bastante la atención un nutrido grupo de pakistaníes con sus coloristas atuendos que se estaban inmortalizando después de haber visitado la esfinge. Nosotros, en cambio aun íbamos a entrar. Después de cruzar la reja de la entrada y haber pasado los controles policiales, empezamos a caminar por una pasarela de madera que nos llevaba directamente al Templo de la Esfinge y a la Esfinge .






Entramos en el templo, el cual esta situado frente a la Esfinge, y pudimos ver como solo se conservan los muros laterales y algunas pequeñas estancias o salas techadas. Este templo, construido en tiempo de Kefren, pudimos observar claramente con que detalle y cuidado estaban asentados los grandes bloques de granito traídos de las canteras de Aswan, sin mortero alguno que los sellasen. Atravesándolo llegamos quizás al monumento mas fotografiado de Egipto y que, sinceramente, supuso la única decepción del viaje. Fue una decepción en el sentido de que la restauración a la que fue sometida no es precisamente un trabajo fino de respecto por lo que este monumento fue y representa. El cemento fue la materia prima primordial utilizada por los “restauradores” lo que hace que la magia y halo que rodea a todo lo relacionado con el mundo faraónico no sea una de las cosas que la Esfinge nos sugirió. De todas formas, la vimos, la miramos, la fotografiamos y nos fotografiamos con ella.

La esfinge (2.300 a.C), con sus 57 metro de largo, se muestra como un león con cabeza humana, probablemente la cabeza del faraón Kefren, tocado con el nemes y el ureo y con una estela de Tutmosis IV entre sus garras. Asimismo, en el rostro pudimos observar los daños causados a la nariz por los soldados de los sultanes árabes en sus practicas de tiro hace ya algunos siglos. También vimos como todo el recinto donde se encuentra la esfinge esta vallado en todo su perímetro, separando de este modo a la ingente multitud de turistas que allí estábamos de los pobres críos y no tan críos que intentaban venderte, desde el otro lado de la valla, los mas variados souvenirs con los que poder ir tirando diariamente. Me llamó mucho la atención como colaban sus pequeños brazos entre los barrotes y como nos llamaban con sus firmes e inocentes voces





Dejamos la esfinge, dejamos atrás el guardián de Guiza, para ir a comer. Comimos en un mas que decente restaurante antes de continuar con nuestro día destinado al descubrimiento de pirámides. Nuestra próxima visita seria el Conjunto Funerario de Saqqara y a la ciudad de Menphis

Salimos hacia Saqqara, la cual esta situada a unos 20 Km. de Giza, acompañados de un día caluroso, como también lo había sido toda la mañana, circulando por una pésima carretera. A través de las ventanillas veíamos los campos cultivados y los agricultores trabajando afanosamente en ellos. Esos mismos recolectarían mas tarde y los llevarían a vender a la ciudad, utilizando para ellos sus burros, los imprescindibles y numerosísimos burros, que veíamos por todos lados. Llegamos a Saqqara a las tres de la tarde y después de aparcar el autobús en la zona prevista para ello, y que en esos momentos estaba completamente vacía, nos bajamos y nos encaminamos hacia la Mastaba de Mereruka, que se encuentra al lado y bajo la “protección” de la pirámide de Teti, la más septentrional de las pirámides reales de Saqqara . Según nos dijo Swakin, el cual reconoció una debilidad especial por aquel lugar, el sacerdote Mereruka tenia una gran influencia y poder durante el reinado del faraón Teti, el primer faraón del la dinastía VI. Esta mastaba se encuentra muy próxima al conjunto funerario de Zoser y esta formado por un edifico de una sola planta dividido en una gran cantidad de salas, la mayoría de ellas decoradas con unos maravillosos relieves que reflejaban momentos cotidiano de la vida del difunto sacerdote, de su esposa y de su hijo, pero también, muestran imágenes costumbristas relacionadas con la vida de entonces: imágenes relacionadas con la agricultura, con la caza, con las celebraciones , con las ofrendas relacionadas a los dioses, con la pesca, con el cuidado de los animales,…





En la sala denominada “de las ofrendas”, la mas grande de todas, vimos un conjunto de seis columnas distribuidas por toda la sala y vimos una puerta falsa que según las creencias de aquellos tiempos, salía el ka del difunto a recoger los alimentos y demás ofrendas dejados por sus familiares. Estas ofrendas que en un principio eran auténticos acabaron siendo representados y grabados en la piedra. El difunto sacerdote fue enterrado en una cámara funeraria situada a unos 25 metros debajo de donde nosotros nos encontrábamos y a la cual se podía acceder mediante un pozo de forma cuadrada, que llego a estar cubierto de arena para evitar el saqueo posterior. Estuvimos allí dentro, a la sombra, unos veinte minutos aproximadamente, escuchando las explicaciones que nos hacia de los grabados Swakin y admirando, en algunos casos, su perfecto estado de conservación y la belleza con que fueron realizados.

Poco después salimos de la mastaba y nos encaminamos hacia la pirámide escalonada de Zoser (siglo XXVII a. C.). El conjunto funerario de Zoser está formado en primer lugar por una muralla rectangular de una altura significativa y con 14 puertas. Nosotros entramos en el recinto por una de ellas, la que esta situada cerca de un ángulo de la muralla y que estaba custodiada por dos egipcios vestidos con las típica indumentaria y con el animo por los suelos, si fuese España diría que estaban a punto de ser vencidos por una siesta. Tan pronto cruzamos en umbral de dicha puerta nos encontramos con una larga columnata formadas por dos filas de 20 columnas fasciculadas, quizás las únicas que se conservan dentro del arte egipcio. Avanzamos por el centro de la galería, entra ambas filas de columnas para desembocar en un amplio patio en cuyo centro pudimos ver al Pirámide escalonada de Zoser . Comentar que en Saqqara, la III dinastía comenzó una nueva practica, una nueva tradición y manera de enterrara a los faraones y que consistía en combinar la tumba y el recinto mortuorio en un complejo que constaba de una pirámide colosal rodeada por los muros de un recinto ferial




Recorrimos, caminando sobre una blanca y suave arena, el patio hasta situarnos en el su punto mas central, justo frente a la pirámide escalonada. Rodeando a Swakin, este nos explico que esa pirámide en un principio era una gran mastaba que años después fue ampliada hasta llegar a dotarla de la forma que actualmente posee. Su construcción fue abordada en tiempos del faraón Zoser por Imhotep, sacerdote, arquitecto, escriba y medico de gran influencia en aquel tiempo. Esta característica y particular pirámide de forma rectangular (121*109 metros, y con una altura de 59 metros) tiene el honor de ser la primera en estar destinada a contener los restos de un faraón. Está formada por seis niveles, siendo el último de ellos plano.

Desde el patio y mirando hacia la pirámide podíamos ver a la derechas los restos arqueológicos de un templo, así como las capillas y el patio de Heb-Sed, mientras que a la izquierda estaba el Complejo Funerario de Dyoser, del que actualmente no se conserva apenas resto alguno. Nos giramos, dejando la pirámide escalonada y nos dirigimos hacia unos restos a los que accedimos por unas erosionadas escaleras de piedra. Nos llamo la atención dos cosas: la primera un famélico can con sus cachorros con el que intentaban jugar los turistas y que se dejaba querer, y, la segunda, un curioso pozo dotado de unas escaleras, y que según nuestro guía conducían antiguamente a una cámara sepulcral subterránea. Dicho pozo era en tiempos y posteriormente al entierro, cubierto de arena para impedir el acceso a los saqueadores.


Después de subir las escaleras llegamos a una plataforma donde, junto a dos egipcios y su burro, pudimos ver a lo lejos, hacia el sur, en Dashur, la Pirámide Roja y la Pirámide Romboidal. Más cercano a nosotros estaban los restos del Complejo Funerario del Horus Sejemjet, las tumbas de la dinastía XXVI, etc. Una de las más próximas es la Pirámide de Unas, una de las primeras en ser descubiertos los textos de las pirámides. Hoy en día dichos restos se encuentran en bastante mal estado, semejando un montón de piedras desperdigadas por el desierto. Volvimos al patio para rodear la pirámide de Zoser por la izquierda. Durante este trayecto Elba aprovecho para recoger en una bolsa de chucherías un poco de arena como recuerdo de nuestras vacaciones en Egipto. Este gesto fue copiado poco después por otros miembros del grupo.

Nos acercamos a la pirámide, pudiendo ver perfectamente la manera en que se disponían los erosionados bloques de piedra. Nos encontramos con unas viviendas y poco después con el Serdab que era como se denominaba la sala donde se acogía las estatuas funerarias. En esta y a través de unos orificios puede ver el busto del rey Zoser. Este busto resulto ser una replica puesto que el original se encuentra en el Museo Egipcio. Estos orificios permitían que el Ka de la estatua comunicase con la sala de ofrendas. Nos movimos por esa zona unos cuantos minutos, observando los restos del complejo. En el interior de la pirámide de Zoser, según Swakin, y teniendo en cuenta que se trataba de una mastaba existían o existieron varios corredores, cámaras, salas funerarias, etc. Volvimos a nuestro autobús regresando por el Heb-sed, pudiendo admirar algunas construcciones, algunas capillas bastante interesantes, antes de volver a cruzar la galería de columnas por la que entramos. En el exterior nos estaba esperando nuestro vehiculo, al que subimos con la intención de ir hacia Menphis para visitar el museo al aire libre que allí existe.

La ciudad de Menphis fue la capital del Imperio Antiguo y, por tanto, centro administrativo, político y religioso. Llego al ser uno de los centros de poder más importantes a principios de la historia egipcia, tanto por su posición estratégica como por importancia económica. Únicamente Tebas, situado mas al sur, alcanzo los niveles de importancia religiosa, económica y política de Menphis. Allí se encontraban las residencias y palacios de los soberanos que regían el periodo dinástico, así como un importante puerto y centros artesanales y talleres que jugaron un importante papel en el comercio exterior egipcio. Su declive vino con el ocaso de la antigua civilización egipcia en los primeros siglos de la era moderna. A nivel económico su importancia se vino reduciendo a medida que iba creciendo el de Alejandría, mientras que a nivel religioso su importancia desapareció cuando el emperador Teodosio (379-395) instauro el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano. Su punto final vino cuando, en el año 641, el conquistador musulmán Amr Ibn el-Asi fundó una nueva capital de Egipto, el-Fustat, en la orilla oriental del Nilo y en el extremo meridional de El Cairo moderno. Actualmente apenas se conservan restos de la ciudad antigua debido a las crecidas del río Nilo.






El trayecto desde Saqqara a Menphis es bastante corto por lo que en no mucho tiempo nos encontrábamos a las puertas de su museo al aire libre. Entramos en él, presentando este más semejanza con un jardín que con un museo. Nos movimos con tranquilidad mientras disfrutábamos de la sombra que proyectaban las palmeras, de las coloristas y bonitas flores y de la brisa. Vimos alguna pequeña muestra de estatuas, sarcófagos y estelas, que a su vez nos miraban impasibles guardándose para si los secretos de la ciudad de Menphis. Nos llamó a atención una esfinge de alabastro de 4 metros de altura y 8 de longitud, que se encontraba en la parte más central del jardín y que pudo haber sido construida en honor a Hatshepsut o al faraón Amenhotep. Después de descansar y estar charlando tranquilamente sentados a la sombra nos levantamos y nos dirigimos hacia el recinto, el único recinto techado del museo, donde se encuentra el coloso de Ramsés II tendido sobre el suelo. Tan pronto entramos en la estancia vimos su impresionante presencia descansando sobre el alicatado suelo. Esta estatua presentaba originariamente una altura de 13 metros de altura, siendo actualmente un poco más reducida debido a que el coloso ha perdido la parte inferior de las piernas. El nombre de Ramsés II aparece grabado en el pecho, en el cinturón y en hombre derecho, tal como perfectamente vimos desde el segundo nivel de la sala y que nos permitía tener una envidiable vista de toda la escultura

No tardamos mucho en subir al autobús para encaminarnos hacia El Cairo. Durante el trayecto estuve bastante atento a lo que veía por las ventanillas: la pobreza, la explotación y el uso dado a las tierras, los canales que estaban unidos al Nilo y la suciedad que estos contenían, los pobres y pequeños burros, ya en El Cairo, las tristes y míseros barrios circundantes formados por edificios de ladrillos sin un mínimo de planificación ni proyecto constructivo, las calles sin apenas servicios de abastecimiento y de saneamiento, etc.

Llegamos al hotel agotados. Bajamos a cenar una frugal y suave cena en una especie de cafetería o self-service donde nos comimos una ensalada y unos bocadillos antes de meternos en la cama no sin antes volver a pegarnos una reconfortante y fresquita ducha. Los días y las excursiones comienzan a hacer mella en nuestras piernas. A esto se unió un pertinaz sol que inmisericorde cayo sobre nuestras cabezas a lo largo

de todo el día. Susana comenzó a estas horas de la noche a presentar uno evidentes síntomas de fiebre y un malestar que evidenciaba el castigo de ese sol egipcio y que ya no lograría superar hasta llegar a casa. Esa noche empezó su particular “vía crucis” pero es de justicia decir que las ganas que tenía por ver y conocer eran mucho mas fuerte, todavía, que la gripe por lo que ella abordaría el resto de los días que nos quedaban en Egipto con gran ilusión.

Tardé muy, pero muy poquito en dormirme, cansado y feliz de estar allí. Mañana nos tocaba abandonar el mundo de los “egipcios” por el de los “musulmanes”, mañana por la mañana visitaríamos la Ciudadela, destinando la tarde, la mayor parte de la tarde para el Museo Egipcio. Pero ahora tocaba dormir y eso era lo que gustosamente iba hacer pues Susana hacia ya unos minutos que lo estaba.


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