27.02.2005 - EDFÚ Y ESNA



Ya la noche anterior nuestro barco abandonaba la localidad de Kom-Ombo siguiendo la corriente del Nilo con el firme propósito de llevarnos hasta Edfú, lugar donde se encuentra el Templo de Horus, el dios del cielo y que, según la mitología, es el hijo de Osiris e Isis representado con cuerpo de hombre y con cabeza de halcón

La mañana comenzó muy, muy temprano, a las 4:45 AM. El “Nilo Place” ya estaba atracado en Edfú una localidad situada sobre un amplio valle y muy cercana al río. Bueno, como venia comentando estábamos amarrados situándonos en la “novena fila” del muelle, es decir, que para poder alcanzar este nuestro grupo tuvo que cruzar antes otros ocho navíos (la mayoría con mejor pinta que el nuestro) y así poder subir al autobús que nos estaba esperando

Tomamos asiento tardando unos diez minutos en llegar al templo. Comentar que en el muelle existe la posibilidad de contratar una calesa e incluso, cuando conocimos después la distancia que hay, se puede ir tranquilamente a pie, dando una paseo.

Tan pronto entramos en el recinto, puesto que todo él estaba y está rodeado de una muralla, avanzamos por una gran explanada girando poco después a la derecha salvando los restos de unas antiguas construcciones. Ya desde la misma entrada al conjunto monumental sobresalía sobre el resto los pilonos por las dimensiones que estos poseen, por su magnifico estado de conservación y por su arrebatadora e impactante belleza

Según nos dirigíamos en línea recta hacia el templo, hacia los pilonos, veíamos situado a nuestra izquierda el Nammisi , donde se celebraba antiguamente el nacimiento del hijo de Horus y Hathor, y que nos limitamos a observar desde la distancia. Estuvimos frente al santuario unos breves minutos escuchando las enseñanzas del guía y haciendo, como no, una serie de fotografías a lo que allí teníamos. Nuestro guía nos informo que nos encontrábamos frente al templo mejor conservado de todo Egipto y, después del de Karnak, el más importante




El Templo de Horus, cuya construcción duró 25 años (237-212 a.C.), sufriendo posteriormente unas serie de actuaciones y mejoras que afectaron a la decoración y a la construcción de la primera sala hipóstila. Sus dimensiones son de 137 metros de longitud por 79 metros de ancho y 36 metros de altura, estado dividido, siempre según el tipo esquema arquitectónico egipcio en: pilono, patio, dos salas hipóstilas o pronaos, una cámara de ofrendas, la sala central y el santuario, el cual se encuentra rodeado de diversas dependencias dedicadas a las mas variadas divinidades de la época

Como venia relatando, nos detuvimos en la explanada que existe frente al templo para ver y admirar el pilono más alto de todos los existentes en Egipto actualmente y posiblemente el mejor conservado. Este simboliza el horizonte y presenta una serie de grabados que simbolizan al faraón Ptlomeo XIII golpeando a sus enemigos mientras los sujeta por los cabellas, mientras frente a él se sitúan los dioses Horas y Hathor. En la parte superior de la construcción se representa una serie de imágenes de distintos dioses. Mas tarde supimos que en cada una de las torres del pilono hay cuatro niveles unidos por una escalera.

Nos dirigimos al patio a través de la puerta que se abre entre las dos torres del pilono y que se encuentra custodiada por dos halcones (el dios Horus) de granito. Fue en ese momento, cuando estábamos bajo el arco de la puerta, bajo el dintel, cuando nos dimos cuenta, junto con los cientos de visitantes que allí nos encontrábamos, de las dimensiones del edificio. Realmente increíble.

Tan pronto cruzamos la puerta llegamos al amplio y espacioso patio que precede a la primera de las salas hipóstilas. Este patio presenta dos filas de columnas a cada uno de los lados, a izquierda y derecha, sumando un total de 32. Estas distintas entre si, pero iguales a su simétrica situado en el lateral contrario mostraban imágenes del faraón presentando ofrendas a los dioses e imágenes relacionadas con la naturaleza. Sus capiteles, distintos, mostraban imágenes de flores.

Una de las pegas que se nos presento en esta visita, y que era evidente allí en el patio, era la inmensa cantidad de turistas que había y que quizás no nos permitía disfrutar de la magia que envuelve y que posee aquel sitio. Nos hicimos, como no, unas cuantas fotos: de Susana, de Elba, yo mismo con cada una de ellas, yo solo, ellas juntas, fotos de las columnas,......
Nos adentramos en la primera sala hipóstila o pronaos donde se nos aparecieron 12 grandes columnas repartidas de manera simetría, en grupos de 3, con respecta a la entrada. Llamaba la intención las dimensiones y su decoración así como que el tamaño de los pilares de la segunda fila fuese mayor que el de la primera. A la entrada de la pronaos se encuentra una estatua del dios Horus tomando la forma de una halcón sobre cuya cabeza estaba la doble corona que reflejaba el alto y el bajo Nilo. El techo de esta estancia presenta un curioso color negro debido a que en tiempos en dicho edificio habitaron y se refugiaron los cristianos cuyos fuegos causaron el en techo ese característico color. A cada lado de la sala existen dos salas, nosotros nos dirigimos primeramente a la de la izquierda, que fue una biblioteca, para ver los grabados que había en sus muros. La sala de la derecha era la utilizada por los antiguos sacerdotes para su purificación antes de las ceremonias religiosas

Continuamos nuestro recorrido accediendo a la segundo sala hipóstila intentando, con bastantes dificultades, seguir a nuestro guía debido, como dije antes, a la gran afluencia de gente. Visto este detalle, la mejor hora para disfrutar de las visitas a los distintos monumentos es sobre la una y dos de la tarde que es cuando todo el mundo esta comiendo o huye del sofocante calor, que ya es esta época del año ya se nota. Como decía, accedimos a la segunda sala que contenían también 12 enormes columnas con detalles y formas vegetales en su parte más inferior. Estas columnas se agrupan en dos filas de 3 columnas cada una a ambos lados del pasillo central, y preceden a cuatro estancias (dos a cada lado) destinadas a las ofrendas liquidas, a las ofrendas secas y la destinada a la preparación de los productos utilizados por los sacerdotes en las ceremonias religiosas

En todas estas salas y estancias la iluminación es un elemento muy a destacar puesto que le confiere una atmósfera muy característica a todo el conjunto. La luz procedente del exterior entra a través de dos maneras: a través de pequeñas ventanas existentes en diversas zonas y cuya impacto se veía reducido por el elevado numero de dependencias en que se divide el templo, y la luz que circulaba, desde el patio, por el pasillo central hasta el santuario.

Dejando la segunda sala hipóstila, y siguiendo el pasillo central llegamos los tres, sin tener rastro alguno del guía y del resto del grupo, al vestíbulo o sala de ofrendas la cual comunica a través de unas escaleras, que no subimos, a las terrazas. A continuación, pasando antes por la sala central, llegamos al oscuro santuario con el naos, un bloque de granito de unos 3 o 4 metros de altura, donde en tiempos descansaba la imagen de Horus, así como un pedestal donde se ubicase posiblemente una barca. Rodeando al santuario, en ambos laterales y por su parte trasera, hay 10 pequeñas salas: cámara de las telas, tumba, dos salas dedicadas Sokar (dios de la oscuridad, del mundo inferior), la cámara de la pierna y la sala adjunta dedicada al dios Jonsu (dios de la luna), la cámara dedicada al dios Ra (dios solar), la cámara de dedicada a los dioses Menhyt (diosa de la luz o del calor, con cuerpo de mujer y cabeza de león), Nejbet ( diosa buitre con alas, protectora del Alto Egipto y del faraón) y Neftis (diosa que representa la parte invisible, la noche , la muerte como paso hacia el mas allá) y la cuna que incluía el sistro de ora y la barca la cual esta protegida mediante una reja.

Después de rondar entre la penumbra que imperaba en la zona del santuario y entre los estrechos pasillos que comunicaban las distintas cámaras (me llamó mucho la atención la gran altura que presentaba las estancias), salimos por una de las puertas laterales al corredor que discurre entre el templo y el muro que lo rodea por ambos laterales y por la parte trasera, es decir, por el este, oeste y norte. Recordar que el pilono esta mirando hacia el sur, cuestión esta que no era lo acostumbrado y que resulta ser otra de las muchas curiosidades que presenta esta maravilla. Las paredes que delimitan este corredor presentas una gran cantidad de inscripciones e imágenes relativas a diferentes cuestiones religiosas, como el nacimiento del dios Horus, su calendario, etc.

Salimos por el lateral del templo que mira hacia el oeste pasando por un pequeño paso situado debajo de la torre izquierda del pilono. En aquel momento aprovechamos la ocasión para realizar unas fotos buscando el contraste entre nuestras pequeñas figuras y la grandiosidad de aquella construcción.

Regresamos al autobús, “defendiéndonos”, como era lo habitual, de los continuados ataques de los vendedores de las mas diversas mercancías (la mismas que había en Píale, Kom-Ombo, y en todos los lugares turísticos) que formaban una numerosa comitiva.

Llegamos al barco sobre la una de la tarde. Nos dirigimos a nuestros camarotes para sacudirnos todo el polvo que llevábamos encima, para adecentarnos un poco mientras nuestro barco comenzaba una loca carrera contra otros del mismo tipo. La razón de estas prisas estaba justificada por el hecho de que deberíamos, para continuar la navegación por el Nilo, cruzar las esclusas de Esna y quien llegase antes, antes las pasaría.

La navegación por el Nilo fue una delicia, puesto que a todo el conjunto de elementos que ya de por si lo hacen inolvidable tuvimos la suerte de disponer una unos mesas libres en la cubierta pero en la zona de proa lo que permitió ser espectadores de lujo del espectáculo que nos presentaba el río y sus orillas, de un limpio y soleado cielo, nos permitió disfrutar de la agradable brisa que nos golpeaba en la cara no dejando que perdiésemos cualquier detalle que apareciese delante nuestro,…todo esto ayudo a que las charlas y los momentos de dedicados a dormir tuviesen una añadido para que sean recordados durante tiempo.

Estuvimos “holgazaneando” hasta las 3:30 H., que fue cuando en el horizonte se recortaba sobre el margen del Nilo la localidad de Esna. Esta es una parada obligatoria para todo barco que deambulan por el Nilo, puesto que es allí donde esta la esclusa que permite salvar un desnivel de aproximadamente unos 10 metros. Tan pronto atracamos en el muelle, un sencillísimo muelle de arena con unos cuantos pivotes de amarre atendidos por un voluntuoso egipcio ataviado con su chilaba y su turbante y que avanzada lentamente apoyado en un bastón.



Las primeras informaciones por parte de los miembros de la tripulación eran que estaríamos amarrados hasta las 5:00 H, que era la hora prevista para cruzar la esclusa. El caso es que debido a esta limitación de tiempo, debido a que no teníamos ninguna información respecto a los atractivos turísticos de Esna por parte de nuestros guías y debido, lo reconozco, a que la estancia a esas horas en las tumbonas de cubierta era de lo mas reconfortantes, no bajamos del buque hasta las 5:30 H. Fue, llegado ese momento, y cuando nos volvieron a informar que el paso de la esclusa no tendría lugar hasta las 7:00 H cuando nos decidimos a bajar del barco y visitar Esna.

Antes de nada comentar que desde el barco Esna no presentaba, a simple vista, nada realmente que llamase la atención a excepción de dos minaretes que formaban parte de dos mezquitas y que se situaban a continuación de la calle que discurría paralela al muelle, al río. Se intuía, como en la mayoría del sur del país un nivel economito, un nivel de vida ciertamente bajo y muy pendiente de la llegada de buques cargados de turistas como era el nuestro. Nos llamó mucho la atención la cantidad de burritos (eran realmente pequeños) que eran utilizados para tirar de carros, para transportar todo tipo de mercancías, así como a sus propietarios. De entre las múltiples personas que veíamos había un crío, de aproximadamente unos 8 añitos, que desde el muelle nos pedía un bolígrafo (bien escaso, por lo visto) o cualquier otra cosa que le pudiésemos tirar desde el barco, siempre con un ojo avizor a los movimientos del policía turístico que por allí estaba. Le tiramos una bolsita de caramelos que Elba llevaba en su mochila y que raudo cogió del suelo desapareciendo entre las estrechas calles de Esna, para volver al poco tiempo. Un niño listo. Supongo que no le quedaría mucho más remedio que serlo.


Bueno, como venia contando, descendimos de nuestro barco sobre las 5:30 H, caminando por la calle (por llamarla de alguna manera) que discurría paralela al Nilo en dirección al sur, para poco después adentrarnos por una estrecha callejuela repleta de vendedores que continuamente nos invitaban a entrar en sus comercios o a comprar el producto que exponían en el exterior. La calle era fresca y estaba totalmente a la sombra puesto que sobre ella colgaban unas telas a modo de parasoles que favorecían el pasear por ella. No compramos nada, bueno, ni siquiera nos permitimos mirar mucho, para no tener que comenzar una negociación, un interminable regateo con todos los que allí estaban dispuestos ofrecernos.

Al final de la calle, a unos 200 metros del río y en pleno centro de la ciudad, nos encontramos con el templo dedicado a Cnum (dios de las aguas que circulaban por el mundo inferior y que se representaba con cabeza de carnero), cuyo acceso a aquellas horas estaba cerrado. Sin embargo pudimos ver y fotografiar la sala hipóstila puesto que esta se sitúa en una fosa de unos 9 metros de profundidad. Pudimos ver claramente las seis columnas que forman la fachada así como dos grupos de nueve en su interior, eso ya con más dificultad. El techo de esta sala se encuentra decorados mostrando imágenes de astros, signos zodiacales y el calendario de fiestas. Esto como dije antes, no pudimos verlo por lo que tuvimos que enterarnos, y no por nuestros guías a los que agradezco desde aquí su afán instructivo sobre el empresarial, mas tarde de ello. Lo que si se observaba era que las columnas presentaban una serie de grabados (imposible verlos en detalle) y unos capiteles compuestos cada uno de distinta manera

Regresamos a nuestro barco de manera pausado puesto que la noche era agradable. El hecho de que me acompañasen dos mujeres, mi mujer y mi hermana, daba pie a miradas y a comentarios por parte de algunos de los hombres que nos cruzábamos o nos encontrábamos sentados en terrazas o cualquier otro sitio, asimismo recibí una oferta en forma de camellos a cambio de la “grande” que me acompañaba, a cambio de Susana. No hicimos trato alguno, no existen camellos en el mundo que la pague, ni nadie que pueda vender ni comprar a mi amada Susana.

De vuelta al barco, los tres nos fuimos a nuestros camarotes a meternos debajo de la ducha y cambiarnos de ropa para poco después reencontrarnos en el comedor antes de cenar. Esa noche era la noche de la Fiesta de Disfraces. Ya antes de ella tuvimos un pequeño y bonito espectáculo musical en el comedor por parte de algunos de los camareros. A mi personalmente me gusto su música, el sonido de sus percusiones y el ritmo y la melodía de sus canciones.
En la sala de cubierta estuvimos escasamente un cuarto de hora mirando como se divertía la gente, aunque eso sí, entre los tres comentábamos que la gente no aparecía disfrazada, aparecía vestida de “moro” o “mora”, puesto que todos llevaban la preceptiva chilaba. Nos preguntábamos que pasaría si llegásemos disfrazados de Spiderman, ja, ja , ja…..

Después de tomar una copa, mirar mucho y criticar a algunos más que a otros, nos fuimos a la cama mientras el “Nile Place” surcaba unas tranquilas y oscuras aguas, solamente iluminadas por una hermosísima luna llena, hacia Luxor, nuestro siguiente objetivo, nuestra próxima escala.





















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