04.03.2005 - EL REGRESO
EEra nuestro último día en Egipto. Debo reconocer que experimento una serie de sensaciones muy especiales en todos los viajes que realizo. Cada vez que llego o me voy de un lugar nuevo, siento cierto desasosiego. Al llegar, me invade la incertidumbre: la inseguridad, la falta de conocimientos sobre las costumbres locales, y el desconocimiento del idioma, que dificulta comunicarme con la gente. Al partir, surge otra sensación: la de no haber visto ni aprendido “todo”, la frustración de no poder continuar al día siguiente. Debo admitir que la primera de estas inquietudes se disipa con la propia estancia, y la segunda con el regreso, que inevitablemente llegará. En ocho días es imposible conocer y asimilar todo sobre un país y una cultura tan rica como la egipcia. En este, nuestro último día, nos levantamos más tarde que en jornadas anteriores. Dejamos las habitaciones a las 9:00 a.m. y bajamos a desayunar con gran calma, disfrutando de la serenidad de un día sin grandes expectativas. Ded...


